La liebre siempre se reía
de la tortuga porque era el animal más lento, hasta que un día la tortuga se
cansó de las burlas de la liebre y le dijo…
-
Estoy cansada de tus bromas, te reto a una
carrera.
La liebre, sorprendida por
la propuesta de la tortuga, aceptó el reto.
Al día siguiente, todos
los animales se reunieron para ver el gran evento y entre aplausos, comenzó la
carrera.
La liebre salió corriendo
con todas sus ganas y enseguida le ganó ventaja a la tortuga, que iba pasito a
pasito pero sin parar.
La liebre, al ver que la
tortuga tardaba en alcanzarle, empezó a remolonear y se paró bajo un árbol a
esperar a que llegara.
Cuando la tortuga llegó al
árbol la liebre aprovechó para reírse de ella y salir corriendo de nuevo hasta
otro árbol, en el que decidió volver a parar a descansar.
La liebre despreocupada de
poder perder la carrera se quedó dormida y la tortuga, con su paso lento, lo
alcanzó y cuando la liebre se despertó, la tortuga ya había ganado la carrera.
Aquel día fue muy triste
para la liebre y comprendió que está mal burlarse de la gente.
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