Había una vez un humilde
leñador que regresaba a casa después de una dura jornada de trabajo.
De camino a casa, pasó por
un pequeño puente que pasaba sobre un rio y en un pequeño descuido su vieja
hacha se le cayó al agua.
Entonces el pobre leñador
se entristeció: ¿Cómo podré trabajar si no tengo mi hacha?
-
No te preocupes amigo, ¡te traeré tu hacha!
Entonces el hada se hundió
en el rio y sacó un hacha de oro reluciente…
-
¿Es esta tu hacha?
El leñador le respondió…
-
No, esa no es mi hacha. La mía es más vieja
y sucia.
El hada volvió a hundirse
en el agua y volvió con un hacha de plata…
El leñador volvió a
responder…
-
No, mi hacha es más vieja y sucia.
El hada volvió a meterse
en el agua y saco el hacha del leñador y este al verla salto de alegría y le
dijo al hada…
- Muchas gracias hada, esa es mi hacha, ahora
podré volver a casa tranquilamente.
- Toma, te regalo el hacha de oro y el hacha
de plata como muestra de gratitud por tu sinceridad.
El leñador volvió a casa
dando saltos de alegría.
Un cuento maravilloso a la honradez
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